Máximas bajo mínimos
Blog de aforismos
La memoria tiene habitaciones en las que no debemos entrar.
El futuro es un espejismo en el que nos miramos con demasiada frecuencia.
Perdemos la libertad cuando no deseamos escapar de nuestro cautiverio.
Añadir 'mucho' a 'te quiero' disminuye el amor.
La libertad es una cárcel muy amplia.
La inmortalidad de las fotografías está sujeta a la mortalidad del recuerdo.
Los impulsos se cocinan a fuego lento.
No temas a la locura, sino a los cuerdos de atar.
Entre el corazón y la piel existe un camino de doble dirección.
La madrugada confía en el amanecer, y éste en el nuevo día.
Por mucho que reclamemos, la vida que consumimos no tiene garantía.
En el corazón no existen periferias: todo es centro.
En la cima de cada montaña existe algo desconocido de nosotros mismos esperando a ser alcanzado.
Muchos creen en la existencia de una vida mejor, pero pocos tienen fe en que sea posible.
No somos destinos definitivos, sino lugares a los que regresar.
Las ventanas nos ofrecen postales en tiempo real.
Solo derribando nuestros muros nos convertimos en lugares habitables.
Sobre la almohada se reconcilian las preocupaciones y los sueños.
Observando nuestro pequeño fragmento de la realidad nos convencemos de que nos pertenece por completo.
A la perfección no se le perdona ni una.
En su cita con los acontecimientos, las expectativas llegan siempre antes de tiempo.
Si te asomas a la soledad se abren ventanas hacia el interior.
Los caminos que trazamos se rediseñan a nuestro paso.
La perfección ajena no existe.
No temas tu oscuridad, porque en ella se envuelve la luz.
Regresar es buscar huellas nuestras en los lugares donde ya estuvimos.
De poco sirven las indicaciones cuando todos los caminos son diferentes.
Avanzar es alejar el horizonte a nuestro paso.
No existe horizonte más próximo que el de la piel.
Los argumentos silenciados se desbordan siempre por fuera de las respuestas.
Aunque la vida marque el ritmo, el baile lo llevas tú.
El olvido voluntario solo consigue atenuar los recuerdos.
Los recuerdos son los regalos que nos dejan las despedidas.
Solo quien guarda silencio puede perder cuidado.
Apuestes o no, tu mundo puede dar la vuelta en ochenta segundos.
Las heridas nuevas se abren siempre sobre la misma cicatriz.
Antes de apagarte por completo, reiníciate las veces necesarias.
Si pierdes tu centro buscando el Norte, has errado el camino.
Cuando la vida dice sí, da igual que digas no.
No hay amor que por piel no venga.
Entrar en un abrazo es llegar a un hogar.
Cuando no se puede hacer nada, es posible esperarlo todo.
Lo peor de la vida es asistir a su ausencia.
No es posible creer en el amor y no tener fe en los milagros.
El verdadero triunfo es vencer a la derrota.
Cuando sueltas el pasado, el presente vuela más alto.
Quien rompe un molde, construye otro que también será vencido.
Cerrarse al amor es tan absurdo como pensar que llamará a la puerta antes de entrar.
A veces tomamos decisiones y son otros los que se atragantan.
Las voces inconfundibles no buscan el silencio de las otras.
Prefiero dar la razón y quedarme con mi locura.
Creernos los protagonistas de la historia de los demás es nuestro peor argumento.
No echamos de menos a las personas, sino lo que sentimos con ellas.
El tiempo pone todo en su sitio, pero no para siempre.
Por mucho que lo intentes, hay recuerdos que no te olvidan.
Deja volar el pensamiento, pero no lo sueltes.
Aunque avanzamos solos por una cuerda floja, juntos formamos una red.
Todos los deseos navegan sobre el mismo amor.
Los buenos libros no te acaban.
Releer es revisitarse.
Pobre de nosotros, que hasta la felicidad gratuita nos cuesta.
Cada vez que se materializa un sueño, nos pilla pensando en otro.
El día menos pensado pensaremos más.
El día de mañana seguiremos pensando en el día de mañana.
Somos la red de los desequilibrios ajenos.
Para ser buenos protagonistas debemos ser mejores espectadores.
El mundo que nos comemos de jóvenes pretende devorarnos cuando somos adultos.
Cada momento tiene un sentido. Esperar el momento perfecto, no tiene ninguno.
Tropezar solo dos veces en la misma piedra es de grandes sabios.
Aunque tomemos las riendas, a veces nuestra vida se desboca.
Nos abrazamos a una estabilidad que cambia a cada paso.
Siempre nos sentimos más seguros en el lugar del otro.
Dominar el arte de la paciencia requiere demasiado tiempo.
No le pidas deseos a los amores fugaces.
De ilusión no se vive, pero sí se sobrevive.
El amor es un acto de fe, porque se quiere sin comprender el motivo.
Burla al destino antes de que este se burle de ti.
No se admiten devoluciones de los sentimientos adquiridos.
Discutimos porque (no) tenemos la razón (del otro).
A veces es mejor tenerlo todo imprevisto.
El deseo de la piel debe decirse para que se cumpla.
La vida no da segundas oportunidades: ella es una inmensa primera vez.
Los consejos son plantillas que solo encajan en la vida de quien los ofrece.
En los libros malos se respira una tensión textual no resuelta.
El amor nunca es gratuito, porque tarde o temprano te pasa factura.
Las alegrías vienen de visita; las tristezas buscan hospedaje.
Nuestro parecido con las marionetas no es solo que vivamos a todo trapo.
Si echas algo de menos, es que no lo has echado del todo.
Mientras miramos de reojo al pasado, el presente nos observa de frente.
Dejas de ser un niño cuando un sueño se convierte en una preocupación.
Soledad de muchos, consuelo de todos.
Hay ojos que brillan con luz propia, y otros que reflejan el centelleo de los objetos que poseen.
El pasado es un canto de sirenas que te dificulta llegar a buen puerto.
Lo peor de la memoria selectiva es que no nos consulta su criterio.
Quien se preocupa por el mañana es un mal anfitrión del hoy.
El triste destino de los objetivos conseguidos es el olvido.
Nuestra única pertenencia son los recuerdos, y a veces los extraviamos por el camino.
La rutina es el guión sobre el que improvisamos la vida.
En la vida, como en las buenas historias, nadie sospecha lo que ocurrirá.
Vivimos tan deprisa, que en lugar de alcanzar la felicidad nos la pasamos de largo.
No hay mayor impuntualidad que amar tarde.
Aunque el aprendizaje de la vida no sea memorístico, siempre se nos olvida.
Lo único seguro en la vida es vivirla a todo riesgo.
Aunque estemos juntos en la lucha, cada uno libra su propia batalla.
Cuando los sueños se desvelan, no hay quien duerma.
Los caminos de la piel son inescrutables.
Quien se distrae observando el camino ajeno, corre el peligro de tropezar en el propio.
Cada vez que destruyes un miedo, derribas una pared de tu cárcel.
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